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viernes, 30 de septiembre de 2016

EL CONDUCTOR ADORMILADO

Algunos expertos opinan que en la carretera es tan peligroso el sueño como la embriaguez. Según informes fidedignos, el primer factor desencadena cada vez más accidentes. El boletín Fleet Maintenance & Safety Report señaló en un año reciente que, en tan solo doce meses, 1 de cada 12 conductores noruegos admitió haberse quedado dormido al volante. De acuerdo con el diario The Star, de Johannesburgo, la fatiga ocasiona un tercio de las colisiones en Sudáfrica. Y los datos procedentes de otros países indican que en todos los lugares sucede igual. La cuestión es: ¿por qué hay tantos automovilistas somnolientos?
En buena parte, por la vida tan agitada que llevamos. La revista Newsweek afirmó hace pocos años que los estadounidenses “duermen una hora y media menos por noche que a comienzos de siglo, y todo indica que el problema va a empeorar”. ¿Por qué? El citado semanario presenta la siguiente explicación de Terry Young, especialista en la materia: “Consideran que pueden robarle horas al sueño. Piensan que dormir muy poco es signo de laboriosidad y de ascenso en la escala social”.
Se calcula que el ciudadano de término medio necesita dormir entre seis y media y nueve horas cada noche. Si se queda escaso, se ve afectado por el “déficit de sueño”. Un informe distribuido por la Fundación para la Seguridad Vial de la Asociación Automovilística Americana (AAA) declara: “Aunque solo se duerman treinta o cuarenta minutos menos de los necesarios cada noche de los días laborables, para el fin de semana se habrá acumulado un atraso de tres o cuatro horas, lo suficiente para incrementar significativamente los niveles de somnolencia diurna”.
A veces nos perdemos una buena noche de descanso por factores como el insomnio, el cuidado de un hijo enfermo u otras circunstancias ajenas a nuestra voluntad. A la mañana siguiente, quizás nos sintamos adormilados al volante. ¿Qué hacer?
Los “remedios” populares, como tomar bebidas con cafeína, abrir la ventanilla, mascar chicle o comer algo picante, tal vez no logren despabilarnos, pues no atacan el auténtico problema: la falta de sueño. Así que, ¿por qué no echarse una siestecita? The New York Times recomendó: “En los días laborables, la siesta rehabilitadora no debe sobrepasar los treinta minutos, pues de lo contrario, el cuerpo entra en un sueño pesado del que le cuesta salir”. Aunque ese reposo demore la llegada a nuestro destino, puede prolongarnos la vida.
Los hábitos cotidianos contribuyen a veces a que estemos adormilados en la carretera.

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