INTRODUCCIÓN AL PNF DE INFORMATICA
RESEÑA HISTÓRICA DEL IUTEB
IUTEB

viernes, 30 de septiembre de 2016
UNA DECISIÓN QUE DEBE ANALIZARSE
¿Cómo evaluará su
capacidad al volante? Puede pedir a un familiar o amigo de confianza que lo
acompañe para ver cómo conduce usted. Luego escuche con atención sus
comentarios. Otra opción es hacer un curso de conducción segura. Muchas
asociaciones automovilísticas ofrecen cursos para personas mayores. Considere,
además, si ha estado al borde de un accidente en un par de ocasiones, pues
quizás signifique que ha perdido facultades.
Siendo realistas, hay un
momento en que conviene decidirse, por doloroso que sea, a dejar el volante.
Ana, de quien ya hemos hablado, sabe que tarde o temprano tendrá que hacerlo.
Entretanto viaja acompañada con mayor frecuencia que antes. ¿Qué opina de
permitir que otro conduzca? “Da gusto disfrutar del trayecto sin la tensión de
conducir”, asegura.
Si examinamos con cuidado
el asunto, tal vez lo veamos igual que ella y nos resulte más grato ir de
compras, hacer diligencias o acudir a alguna cita o reunión junto con un amigo,
quien incluso podría manejar nuestro propio automóvil. De esta manera, el
viaje suele ser más seguro y agradable. Si hay transporte público, en
muchos casos es una alternativa práctica. Recordemos que la valía personal
no depende de la capacidad de conducir. Son nuestras buenas cualidades las
que nos hacen realmente valiosos para la familia, los amigos .
Todo conductor —sea joven
o mayor, veterano o novato— está expuesto a sufrir un accidente vial. Por ello,
reconozcamos la gran responsabilidad que conlleva sentarse al volante y
adoptemos precauciones para evitar choques. De este modo nos protegeremos
a nosotros mismos y al prójimo en todos los viajes que hagamos.
LOS AÑOS: EXPERIENCIA Y RIESGO
Los automovilistas mayores
suelen ser los más experimentados. Además, se arriesgan menos y conocen sus
limitaciones. Sin embargo, no son inmunes al peligro de chocar.
De hecho, pudieran ser más proclives a consecuencia de la edad.
La revista estadounidense Car & Travel señala al respecto:
“Aunque los mayores de 70 años no representan más que el 9% de los
conductores, constituyen el 13% de las víctimas mortales del tráfico”. Por
desgracia, los ancianos intervienen en cada vez más colisiones.
Analicemos los
comentarios de Ana, que cuenta 80 años.* Ella
aprendió a conducir hace más de seis décadas y nunca ha tenido un accidente.
Sin embargo, como muchas otras personas, ya acusa el paso del tiempo, que la ha
vuelto más propensa a tales percances. En una entrevista reciente dijo a ¡Despertad!:
“Al hacerte mayor, todo se dificulta”, lo que incluye guiar un vehículo.
¿Qué medidas ha tomado
ella para reducir el riesgo de tener un accidente vial? “Con los años he
efectuado cambios para compensar la edad”, dice. Por ejemplo, conduce menos,
sobre todo de noche. Esta leve modificación le permite conservar la seguridad
sin renunciar a conducir.
Aunque cueste admitirlo,
nadie es inmune a los efectos de la edad .Surgen problemas de salud, se pierden
reflejos y se deteriora la vista, factores que dificultan conducir con
seguridad. Pero la edad por sí sola no descalifica a nadie. Lo que importa
es el desempeño al volante, que mejorará si el automovilista reconoce que ha
cambiado su capacidad física y hace las modificaciones oportunas en su programa
de actividades.
Lo note la persona o no,
su visión cambia. Con los años se reduce la visión periférica y la retina
requiere más luz. El folleto The Older and Wiser Driver (El
automovilista mayor y prudente) explica: “El conductor sexagenario necesita el
triple de luz que un adolescente y el doble de tiempo para adaptarse al cambio
de la luz a la oscuridad”. Tales alteraciones visuales dificultan la conducción
nocturna.
Enrique, de 72 años,
lleva más de medio siglo al volante sin accidentes dignos de mención. Con los
años comenzó a notar que le costaba conducir de noche porque le cegaban otros
vehículos. En una revisión de la vista se enteró de que necesitaba unos
lentes especiales que reducen el deslumbramiento nocturno. “Ya no es
difícil conducir de noche”, dice. Aquel pequeño cambio supuso una gran
diferencia para él. En el caso de otras personas, como Ana, la solución
pudiera consistir en no conducir más de noche.
La edad también afecta a
los reflejos. Aunque los mayores sean más sabios y sensatos, también necesitan
más tiempo para procesar la información y reaccionar. Este hecho les dificulta
aún más la conducción, pues las condiciones del tráfico y de la carretera
cambian constantemente, y han de evaluarlas con rapidez para tomar en el acto
las medidas oportunas.
La revista Car &
Travel menciona que “la causa más común de colisiones mortales en las que
está implicado un automovilista mayor es que este se salte una señal”. ¿Por
qué? El artículo prosigue: “El problema [...] al parecer está vinculado a
situaciones en las que el conductor anciano, antes de entrar en una
intersección, debe evaluar las informaciones cambiantes que recibe de los
laterales izquierdo y derecho”.
¿Cómo puede contrapesarse
la lentitud de reflejos? Algunas medidas son: aproximarse con cautela a las
intersecciones, acostumbrarse a mirar dos veces a ambos lados de la carretera
antes de proseguir y extremar las precauciones a la hora de virar. Los giros en
las intersecciones pueden desembocar en accidentes mortales, sobre todo si hay
que atravesar carriles por los que vienen vehículos.
En Estados Unidos, el 40%
de los accidentes mortales sufridos en las intersecciones por conductores
mayores de 75 años ocurrieron al virar a la izquierda. La Fundación
para la Seguridad Vial de la AAA recomienda lo siguiente a los conductores
norteamericanos: “A veces conviene efectuar tres giros a la derecha para
no tener que realizar uno a la izquierda”. Es posible que el lector
consiga adaptar este principio a las circunstancias de su entorno. Con cierta
planificación, quizás logre evitar las intersecciones peligrosas.
EL CONDUCTOR ADORMILADO
Algunos expertos opinan
que en la carretera es tan peligroso el sueño como la embriaguez. Según
informes fidedignos, el primer factor desencadena cada vez más accidentes.
El boletín Fleet Maintenance & Safety Report señaló en un año
reciente que, en tan solo doce meses, 1 de cada 12 conductores noruegos
admitió haberse quedado dormido al volante. De acuerdo con el diario The
Star, de Johannesburgo, la fatiga ocasiona un tercio de las colisiones en
Sudáfrica. Y los datos procedentes de otros países indican que en todos
los lugares sucede igual. La cuestión es: ¿por qué hay tantos
automovilistas somnolientos?
En buena parte, por la
vida tan agitada que llevamos. La revista Newsweek afirmó hace
pocos años que los estadounidenses “duermen una hora y media menos por noche
que a comienzos de siglo, y todo indica que el problema va a empeorar”. ¿Por
qué? El citado semanario presenta la siguiente explicación de Terry Young,
especialista en la materia: “Consideran que pueden robarle horas al sueño.
Piensan que dormir muy poco es signo de laboriosidad y de ascenso en la escala
social”.
Se calcula que el ciudadano
de término medio necesita dormir entre seis y media y nueve horas cada noche.
Si se queda escaso, se ve afectado por el “déficit de sueño”. Un informe
distribuido por la Fundación para la Seguridad Vial de la Asociación
Automovilística Americana (AAA) declara: “Aunque solo se duerman treinta o
cuarenta minutos menos de los necesarios cada noche de los días laborables,
para el fin de semana se habrá acumulado un atraso de tres o cuatro horas, lo
suficiente para incrementar significativamente los niveles de somnolencia
diurna”.
A veces nos perdemos una
buena noche de descanso por factores como el insomnio, el cuidado de un hijo
enfermo u otras circunstancias ajenas a nuestra voluntad. A la mañana
siguiente, quizás nos sintamos adormilados al volante. ¿Qué hacer?
Los “remedios” populares,
como tomar bebidas con cafeína, abrir la ventanilla, mascar chicle o comer algo
picante, tal vez no logren despabilarnos, pues no atacan el auténtico
problema: la falta de sueño. Así que, ¿por qué no echarse una siestecita? The
New York Times recomendó: “En los días laborables, la siesta
rehabilitadora no debe sobrepasar los treinta minutos, pues de lo
contrario, el cuerpo entra en un sueño pesado del que le cuesta salir”. Aunque
ese reposo demore la llegada a nuestro destino, puede prolongarnos la vida.
Los hábitos cotidianos contribuyen a veces a que
estemos adormilados en la carretera.
CORRE UN GRAN RIESGO DE TRÁNSITO
“ un conductor con
buen historial y no tengo que preocuparme por los accidentes de
circulación.” “Solo les ocurren a los automovilistas jóvenes y temerarios.” En
efecto, muchas personas piensan que ellas nunca sufrirán tales accidentes. ¿Se
siente así el lector? ¿Se cree invulnerable en este particular?
LAS estadísticas indican
que los ciudadanos de países desarrollados corren gran riesgo de resultar
lesionados en dichos siniestros como mínimo una vez en la vida. No en
pocas ocasiones el desenlace es fatal: en 2001, como en los años
anteriores, murieron en las carreteras de todo el mundo más de medio millón de
personas, muchas de las cuales tal vez pensaran que a ellas nunca les
sucedería. Ahora bien, ¿qué puede hacer usted para reducir el peligro? La clave
es la prevención. Veamos cómo evitar que la somnolencia o los efectos de la
edad nos ocasionen accidentes.
NO MANEJE CON SUEÑO
“La gente debe recordar
que manejar con sueño es tan peligroso como manejar ebrio.” Así describió la
National Sleep Foundation, de Estados Unidos, el riesgo que supone conducir en
estado de somnolencia. Los siguientes síntomas son indicativos de que es
preciso detenerse:*
● Dificultad para enfocar la vista, parpadeo
constante, pesadez en los ojos
● Dificultad para mantener la cabeza erguida
● Bostezos repetidos
● Dificultad para recordar los últimos
kilómetros recorridos
● Pasarse de las salidas o no ver las
señales de tráfico
● Salirse del carril, pegarse al vehículo de
delante o pisar las bandas sonoras a los lados de la carretera
Si experimenta estos
síntomas, pídale a alguien más que conduzca o estaciónese en un lugar seguro y
duerma un rato. Aunque se demore, vale la pena por su seguridad y la de los
demás.
BEBER Y MANEJAR
Un conductor que suele
ser precavido y responsable puede convertirse en un peligro si maneja después
de haberse tomado un trago. En 2008, más de treinta y siete mil personas
perdieron la vida en Estados Unidos en accidentes de circulación; de estas,
cerca de un tercio murieron en choques causados por conductores que habían
bebido. Incluso en pequeñísimas dosis, el alcohol reduce la capacidad de
conducción. Por tal motivo, algunos deciden abstenerse por completo de beber si
van a manejar.
Respetar las leyes
viales, ponerse el cinturón de seguridad, mantener su auto en buen estado y
no conducir si ha ingerido alcohol son medidas que sirven para proteger su
vida y la de los demás. Dichas sugerencias le ayudarán a evitar accidentes de
tránsito, pero solo si las lleva a la práctica.
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